
Juan José Sanchez Castillo
Soy Juan José, pero todo el mundo me llama Xenxo. Nací en Ibi, un pueblo con un gen emprendedor como pocos en España. Es un lugar lleno de fábricas y de personas que han creado y vendido sus propios productos por todo el mundo. Es algo que, sin querer, vas viendo y mamando desde pequeño. No sé si es por eso que me ha picado ese “bicho”, como muchos dicen, de no ver límites y crear productos nunca vistos.
Al llegar a mi adolescencia decidí estudiar Fabricación Mecánica, y eso me abrió aún más, si cabe, la mente. Ya no había límites: cualquier cosa que me pasara por la cabeza sabía si se podía fabricar o no.
Después de trabajar desde los 17 años en varias empresas enfocadas al diseño y fabricación de productos, decidí, a mis 25 años, ponerme de nuevo a estudiar, nada más y nada menos que el Grado en Ingeniería Mecánica. Por suerte o por desgracia, salió fatal. Fue mi primer fracaso personal, donde no pude compaginar la carrera y el trabajo para poder sacarla, y acabé dejándola. Eso sí, ahí no me rendí ni mucho menos. Después de ese pequeño traspié realicé un máster en diseño de productos y moldes.
Ahora sí: aparte de saber cómo fabricar cualquier cosa, conocía el proceso al completo, abarcando materiales, procesos de fabricación y producción en serie. Y no se quedó solo ahí, sino que el TFM fue el diseño del dosificador de magnesio, o como nosotros lo llamamos, el ROD. De ese modo unía mis dos grandes pasiones: el CrossFit y el diseño de productos, fusionando y haciendo sinergia.
Una vez terminado el máster, me veía con fuerzas para emprender. Ni corto ni perezoso, empecé con dos proyectos: por una parte, teníamos IBIDEA, donde diseñaba y fabricaba productos para empresas, y por otra, el ROD, que en ese momento estaba en pañales. Tenía fabricado un prototipo, el cual enseñé a todos mis amigos y probé en el mercado.
Un día, comentando el proyecto con mis amigos, uno de ellos (Carlos Expósito) se envalentonó y decidió poner la pasta para producirlo en masa. Parecía que el proyecto iba cogiendo forma. Después de un año fabricando moldes llegamos a la primera producción y, tras pulir algunos conceptos, salió al mercado.
Después de pelear tres años con mis dos emprendimientos, entró en la ecuación de ROD otra persona, Enrique. Con esta entrada profesionalizamos la marca junto con una consultora. Ahora abarcábamos la parte de diseño y la parte empresarial, haciendo un tándem perfecto.
La idea de ROD es hacer lo que me gusta. No he perseguido otra cosa en todo este tiempo que llevamos con la marca. Quiero hacer llegar mi pasión por el diseño y el deporte a todo el mundo, reflejada en productos diferentes, que creen una sinergia con los atletas para mejorar su día a día, y que nuestro TIME TO HAVE FUN suene más fuerte que nunca.